En los
últimos partidos de esta temporada de la Unión Deportiva Las Palmas, esta
apareciendo una actitud, por parte de los jugadores, que no se veía al inicio.
Esta actitud es la de no venirse abajo ante un marcador desfavorable, sino lo
contrario, seguir luchando por la victoria, variando, finalmente, los
resultados de los partidos.
En el
partido de ayer ante el Atletic Club Bilbao, la situación de Las Palmas de
estar por detrás en el marcador, se dio en dos ocasiones, sin embargo, el equipo fue capaz de empatar ambas veces, teniendo, incluso, en los últimos minutos del partido, alguna
opción de ganar la contienda.
Esta
nueva actitud de Las Palmas nos muestra la capacidad que el equipo
está teniendo para tolerar la angustia, generada por estar en desventaja en el
marcador. La angustia, en cualquier sujeto humano, no se puede no tener, ya que
es un afecto constitutivo del sujeto. Antes de la acción aparece la angustia.
Antes de salir al terreno de juego, de presentarnos a un examen, de llamar a la
chica que nos gusta, de disparar un penalti. Si toleramos ese nivel de
angustia, desaparece.
Cuando
la angustia se tolera, se está en el presente, no en el pasado ni en el futuro,
se juega con todos los sentidos, confiando en que la oportunidad de marcar un
gol llegue en algún momento. Cuando no se tolera, los jugadores se
vuelven ineficaces, se atascan, se equivocan.
Actitudes como éstas nos hablan de la madurez a la que va llegando el equipo, madurez que favorece el proyecto deportivo.
Actitudes como éstas nos hablan de la madurez a la que va llegando el equipo, madurez que favorece el proyecto deportivo.
A veces
ocurre que el nivel de angustia sobrepasa el límite tolerable para el jugador y
es entonces cuando aparecen los síntomas, errores, faltas, expulsiones.
Es en esos momentos cuando el entrenador ha de estar atento, y propiciar los
cambios, si fuera necesario.
Un jugador
desbordado de angustia, restará al equipo.
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