En numerosas ocasiones lo que no hace triunfar a buenos
futbolistas en grandes clubes son, como hoy leía en en el Marca en
relación al nuevo fichaje de la Unión Deportiva, Marko Livaja, “problemas extradeportivos”. Otra forma de nombrar las
cuestiones psíquicas que están presentes en todo jugador.
Celos, rivalidad, hostilidad, estado de ánimo,… todos estos aspectos pueden
jugar a favor o en contra, haciendo que la experiencia de
integración de un futbolista a un nuevo club sea un éxito o un fracaso.
Cuando hay alguien que atiende estas
cuestiones “extradeportivas”, los beneficios para el jugador, y
consecuentemente para el club, son enormes. Tenemos a jugadores motivados,
capaces, con ganas de agradar, de ganarse el cariño de los demás.
En otras entradas de este blog hemos hablado de las posiciones narcisistas de la personalidad,
y decíamos que el narcisismo se limita por el amor de los demás. Inicialmente
por el amor del padre y de la madre, y posteriormente, por el amor de los
otros. Es por amor que limito mi individualidad, y hago cosas por los demás,
cosas que gustan, que agradan, y que compensan mi renuncia a ese individualismo
original que todos traemos de fábrica.
Cuando un jugador juega para el grupo, para ser querido, aceptado, su maquina socializadora está bien engrasada y en
funcionamiento. Mejora su rendimiento, su técnica, evita caer lesionado, porque
todo ello será aplaudido por otros, porque será más querido, por aquellos que
no son sino subrogados de las figuras parentales.
El Psicoanálisis es una teoría compleja que da cuenta de
cuestiones en las que estamos todos inmersos. El amor, el egoísmo, la
rivalidad, los celos. No se puede no tener afectos, pero si éstos son
analizados su fuerza será puesta en beneficio del proyecto deportivo, y de la
consecución de su máximo galardón, el GOOOOOOLLLLLL.