lunes, 29 de agosto de 2016

Los goles: el premio para un equipo


En numerosas ocasiones lo que no hace triunfar a buenos futbolistas en grandes clubes son, como hoy leía en en el Marca en relación al nuevo fichaje de la Unión Deportiva, Marko Livaja, “problemas extradeportivos”. Otra forma de nombrar las cuestiones psíquicas que están presentes en todo jugador. Celos, rivalidad, hostilidad, estado de ánimo,… todos estos aspectos pueden jugar a favor o en contra, haciendo que la experiencia de integración de un futbolista a un nuevo club sea un éxito o un fracaso.

Cuando hay alguien que atiende estas cuestiones “extradeportivas”, los beneficios para el jugador, y consecuentemente para el club, son enormes. Tenemos a jugadores motivados, capaces, con ganas de agradar, de ganarse el cariño de los demás.

En otras entradas de este blog hemos hablado de las posiciones narcisistas de la personalidad, y decíamos que el narcisismo se limita por el amor de los demás. Inicialmente por el amor del padre y de la madre, y posteriormente, por el amor de los otros. Es por amor que limito mi individualidad, y hago cosas por los demás, cosas que gustan, que agradan, y que compensan mi renuncia a ese individualismo original que todos traemos de fábrica.

Cuando un jugador juega para el grupo, para ser querido, aceptado, su maquina socializadora está bien engrasada y en funcionamiento. Mejora su rendimiento, su técnica, evita caer lesionado, porque todo ello será aplaudido por otros, porque será más querido, por aquellos que no son sino subrogados de las figuras parentales. 

El Psicoanálisis es una teoría compleja que da cuenta de cuestiones en las que estamos todos inmersos. El amor, el egoísmo, la rivalidad, los celos. No se puede no tener afectos, pero si éstos son analizados su fuerza será puesta en beneficio del proyecto deportivo, y de la consecución de su máximo galardón, el GOOOOOOLLLLLL. 

martes, 23 de agosto de 2016

Valencia C.F. 2- Unión Deportiva Las Palmas 4, un partido para recordar

Los goles que, en la noche de ayer, la Unión Deportiva Las Palmas metía en el estadio de Mestalla, sorprendieron a todos. Goles con dedicatoria que plasmaban la firma de quien los hacía. Dos tantos de cabeza de dos nuevos jugadores, que trajeron de “cabeza” al equipo local. Un penalti tirado con frialdad, en la demostración de que el fútbol es pasión pero también intelecto. Y un último gol, propiciado por nuestro querido Araujo, que sentenciaba el encuentro.

Quique Setien en la rueda de prensa posterior al partido hacía alusión al sufrimiento que su equipo había pasado, sufrimiento que todos sentimos en una segunda parte que se hizo eterna. El Valencia insistía en la portería contraria, en un intento desesperado de meter el balón. El técnico del Valencia, Ayestarán, manifestaba al finalizar el encuentro, que la eficacia de Las Palmas había sido fuera de lo normal. Sin embargo, es diferente jugar disfrutando que obligarse a ganar. Jugar disfrutando siempre tiene unas consecuencias y jugar por obligación tiene otras. El que juega por necesidad, pierde por obligación. Las matemáticas no funcionan en el fútbol, no es quien más veces llega a la portería contraria el que gana, sino el que llega con más deseo.

Y las cuentas ayer fueron claras, cuatro goles que se anotan en la reciente historia de esta nueva temporada.