viernes, 8 de enero de 2016

Copa del Rey, ¿por qué no?


Las lesiones, junto con los buenos resultados que la Unión Deportiva Las Palmas está teniendo, están siendo las protagonistas de esta final de la primera vuelta de la temporada. En el partido de Copa del Rey contra el Sociedad Deportiva Eibar, la situación llegó a ser dantesca, y así en una misma imagen, y fruto de dos jugadas diferentes, se veía a dos jugadores de Las Palmas, caídos en el suelo con muestras de dolor.

El recuento de ayer, en cuanto a lesiones, no es halagüeño: dos lesionados, uno con rotura de la parte trasera de la pierna, y otro con esguince de tobillo, y otros dos jugadores con golpes, que se suman al numeroso grupo de jugadores que visitan la enfermería.

Y lo curioso es que todo esto se produce cuando el equipo va saliendo de la zona de descenso, en la que ha estado metida desde el inicio de la temporada.

Cuando un hecho o una situación no se puede explicar desde la razón, hemos de ir a aspectos más profundos para tratar de entender por qué ocurren.

En algunos jugadores de la Unión Deportiva Las Palmas, pudiera estarles ocurriendo aquello que Sigmund Freud bautizó con el nombre de "Los que fracasan al triunfar", que describe a aquellas personas que habiendo logrado un objetivo ansiadamente esperado, se vienen abajo, se enferman o se lesionan, una vez conseguido.

Esto puede explicar situaciones de algunos jugadores de Las Palmas como Alcaraz, que después de la lesión que sufrió, ha tenido once recaídas, no habiendo tenido apenas minutos de juego en primera. O el caso de Asdrubal que, sin casi haber tocado terreno en esta temporada, se lesionaba ayer en los primeros veinte minutos del partido, después de que Quique Setien contará con él en esta convocatoria. Son lesiones que, difícilmente, pueden explicarse de otra manera,

Aunque hay deportistas que se encuentran en este grupo de sujetos de una forma más significativa, a todos, en mayor o menor medida, nos pasa, que estamos más preparados para el fracaso que para el triunfo. Refranes como "No hay mal que por bien no venga", nos habla de nuestra tendencia a sufrir y de ver en lo malo lo bueno. Pero no se trata de ver lo bueno en lo malo, sino de tolerar el triunfo, el éxito. Tolerar los cambios que el triunfo nos va a traer, los lugares a los que nos va a llevar, las personas a las que vamos a conocer. A veces, eso va a suponer alejarnos de las personas conocidas, de la familia, cambiar de barrio, de ciudad, incluso de estatus social. Y en muchos sujetos esos cambios pueden producir una resistencia, en forma de síntomas, alejándolos del tan ansiado sueño. No por nada a los deseos tan ansiados se les denomina sueños, como si considerásemos que esos sueños tienen más de fantasía que de realidad.

El trabajo de llegar a Primera ya se hizo. Ahora hay que seguir haciendo el trabajo de mantenerse. Y ese trabajo también incluye tolerar los triunfos, y a donde ellos nos puedan llevar.

Aúpa la Unión.

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