viernes, 26 de febrero de 2016

Jugadores perversos


Estos días se está cuestionando la profesionalidad de algunos jugadores de la Unión Deportiva Las Palmas, que no están teniendo comportamientos ejemplares fuera del terreno de juego. Salidas nocturnas, discusiones, peleas, están provocando el rechazo de la afición. Estos jugadores son un quebradero de cabeza para su entrenador, el cual ha de cambiar los planes de juego en el último momento.

Ya ocurrió hace unos meses con Jonathan Viera, que por una falta disciplinaria fue sancionado con no jugar el partido de esa semana. Esta medida, tomada por el equipo técnico, tuvo efectos negativos en el equipo, perdiendo el partido que les enfrentó al Español.

Ahora vuelve a pasar lo mismo. En este caso son otros jugadores los que están en la palestra, poniendo al equipo, nuevamente, en una situación difícil.  

Sergio Araujo, tratando de explicar su conducta ante los medios de comunicación, la justificaba como un acto de inmadurez. Sin embargo, la inmadurez nada tiene que ver con estos comportamientos. Estas actuaciones responden a la existencia, en el futbolista, de deseos en conflicto con el buen hacer deportivo. Deseos que suelen ser del orden del sadismo, la agresividad, el egoísmo a ultranza y una férrea intolerancia a los demás.

Pero las actitudes contrarias al bienestar en el club deportivo acaban generando culpa, culpa que suele ser aliviada con el castigo, aceptando tranquilamente la consecuente sanción. Sin embargo, lo que descubrimos es que la culpa, en forma inconsciente, ya estaba presente en el jugador antes de que cometiese la falta disciplinaria, y el jugador con la falta y el castigo asociado a ella, lo que consigue es aliviar esa culpa. Por eso es importante, desde el equipo técnico, sancionar estas situaciones para que el jugador pueda reintegrarse a su tarea. 

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