domingo, 22 de noviembre de 2015

Quique Setien, un "padre" para la Unión Deportiva


La sensación que teníamos con la Unión Deportiva Las Palmas antes de la llegada de Quique Setien al club, era que faltaba organización y orden en la plantilla, que los jugadores no seguían las indicaciones del entrenador en los partidos, y que, incluso, algunos de ellos parecían haberle perdido el respeto a Paco Herrera. Todo esto jugaba en contra del equipo, llevándonos a unos resultados nada favorecedores para nuestros objetivos.

Nos preguntábamos qué le pasaba a este equipo que parecía ir de aquí para allá sin una dirección segura. Como dice el Psicoanálisis, solo después sabremos, así que ahora podemos decir o interpretar que la función padre o la función paterna, parecía no estarse desarrollando de forma adecuada en la plantilla de los amarillos.

La experiencia nos muestra que si no hubiera algo o alguien que separara a la madre del niño, la unión de ambos duraría más tiempo del conveniente. El padre, o la función padre, que quiere decir que no tiene porque ser el padre biológico, viene a interrumpir dicha relación, siendo necesaria su presencia para que ese ser único, que es el niño con la madre, se divida en dos. Mediante esta separación empieza su proceso de socialización, y el niño se integra en el mundo.

En toda organización empresarial o deportiva, existen unas posiciones en las que se desarrolla la función paterna. El jefe o el entrenador de un equipo, normalmente ocupan esa posición desde la cual dirigen, ordenan y marcan los límites . Sin embargo, muchas veces vemos como esa función se pervierte, o lo que es lo mismo, se altera su estado o desarrollo, apareciendo una serie de síntomas que llevan a la empresa o al equipo al fracaso.

Los síntomas en un equipo de fútbol aparecen cuando no se juega como se entrena, el estado de ánimo no es positivo o las relaciones de los integrantes no son las adecuadas, influyendo todo esto en la marcha del equipo. 

Quique Setien parece haber asumido dicha función en Las Palmas, permitiendo a los ángeles amarillos desarrollar su juego, ante su atenta mirada que señala lo bueno de lo malo, lo permitido de lo prohibido, en definitiva, la ley.


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